UNA
CARTA AL CIELO
Tengo una foto tuya guardada
desde aquel día, y no te miento… de vez en cuando aún la observo y siento tu
mirada como aquel ultimo día que en tus ojos me refleje.
Tengo recuerdos tuyos guardados en
mi memoria… algunos claros y otros borrosos y uno que otro que tal vez me lo
invento.
Tengo tantas dudas y platicas
pendientes contigo y que así quedaran… pendientes; porque seguro estoy que ya
no hay marcha atrás.
Pero déjame contarte como van
las cosas por acá: tus hijos, cada vez más grandes, cada vez con más años y
canas. Pero sin duda alguna cada vez más sabios gracias a tu gran ejemplo y
hablo por esa hija tuya que me toco como mamá.
Tus nietos, ¡nosotros sí, que ya
estamos grandes! Si pudieras bajar y vernos por un solo momentos tal vez ya no
nos reconocerías. Ya no somos esos niños a los que les dabas dinero para
dulces, ni esos traviesos a los que de vez en cuando regañabas, ni esos que
eran fanáticos de tus historias; aunque segura estoy que si estuvieras con
nosotros aun gozaríamos de escucharte. Déjame contarte que hay algunos que no
te toco conocer… pero créeme, también te llevan guardado en el corazón.
Y qué decir de mi abuela ¡el
amor de tu vida! Ella sí que nos gana en la carrera de extrañarte. Esa viejita
ya no volvió a ser la misma desde que te fuiste. Lleva en el rostro una
sonrisa, mil arrugas y en la mente un millón de motivos de porque extrañarte. Y
no hablo de sus ganas de volver a verte, de volver a escuchar tocar tu
guitarra, que colgada esta desde que nos dejaste.
Déjame mandar una carta al
cielo, carta que tal vez no recibas en físico, pero sé que donde sea que estés
te vas a permitir leerla. Déjame decirte que tengo guardados un millón de
abrazos que no te di, un sinfín de besos acumulados y la esperanza de algún día
poder dártelos, poder entregártelos porque a mi aquí guardados de nada me
sirven.
Llevo en el alma un millón de
consejos que pedirte, de esos que no aproveche cuando te fuiste y la ilusión de
volver a escuchar cada una de tus historias y que con tu sabiduría guíes mi
camino. Y es que como explicarte lo que haría si estuvieras aquí… pero entiendo
que es imposible, porque allá arriba necesitaban un sabia ¡y quien mejor que
tú!
Tengo todo esto y muchas cosas
más. Entre ellas tengo un nudo en la garganta donde guardo un “TE QUIERO” para
cuando te vuelva a ver. Y es que ya me canse de decir “TE EXTRAÑO” viendo al
cielo.
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