miércoles, 2 de febrero de 2011

¡Vamos Al Mc Donald!
Por Claudio Valerio

Cuando mi hijo Hernán era un niño de unos 4 ó 5 años, me acompaño a una reunión en la iglesia de mi barrio paterno, porque quería participar en un grupo de trabajo. Con el fin de lograr que mi hijo se comportase correctamente, antes de ingresar a la misma le dije que se fuese un buen niño, después la reunión lo llevaría a al
McDonald. Durante la reunión, se hablaba sobre el destino de las buenas y de las malas personas... En determinado momento, uno de los disertantes de preguntó, con voz alta y firme: "¿Hacia dónde ustedes creen que irán aquéllos que viven haciendo el bien?" Con todo fervor, mi hijo, permaneciendo sentado en su silla respondió: "¡Para el McDonald!!!"
Siempre es bueno oír relatos sobre niños, porque, en general, son chistosas y nos divierten... En este caso esta ilustración también es divertida, pero podemos reflexionar seriamente
sobre su contenido.
¿Para donde iremos si nuestro corazón esté abierto a escuchar la buena palabra? ¿Qué seguridad podemos tener al arrumbar los engaños del mundo y caminar según la buena senda trazada por nuestros nobles principios?... ¿Podemos realmente esperar días mejores optando por trillar el camino de los buenos y dejar atrás el camino de los malos?
La pregunta de aquel disertante se refería al lugar para donde van aquéllos que mueren en el Señor, pero, podemos reflexionar un poco sobre el camino de los que viven en Èl antes de la muerte.
¿Existe diferencia entre salir de casa con un corazón libre de resentimientos, y salir con ellos? ¿Existe diferencia entre volver a casa, después un día exhaustivo, llevando con nosotros la certeza de que encontraremos nuestra casa en paz y alumbrada por una presencia armoniosa, que regresar sin la certeza de encontrar paz, o peor aun sin una casa? ¿Existe diferencia entre alegría y la falta de ella?

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