miércoles, 19 de enero de 2011

Guerrero y BCS: la tragedia del PRD
En los dos casos, los gobiernos en poder de los amarillos resultaron un verdadero fraude para los creyentes de izquierda.

Cortesia de Excelsio
Como todos lo saben, en las próximas dos semanas, el 30 de enero y el 6 de febrero, se llevarán a cabo las dos primeras elecciones estatales de 2011. Acudirán a votar los potenciales electores de Guerrero y Baja California Sur, dos entidades en poder de la llamada izquierda, del PRD.
Pero lo que pocos saben es que se trata de dos peligrosos obstáculos que difícilmente podrán sortear el partido amarillo y sus apéndices paraestatales: el PT y Convergencia. ¿Por qué? Porque en los dos casos los gobiernos en poder de los amarillos resultaron un verdadero fraude para los creyentes de izquierda que, sin mucho esfuerzo, podrían inclinar sus preferencias electorales a favor del regreso del PRI. Y es que fue tal el tamaño de los fracasos que se puede hablar de una tragedia. Y lo más curioso es que en todo 2011, el PRD podría perder su resto, si sumamos el estado de Michoacán, cuya elección está prevista para finales de año. En cambio, el PAN no tiene nada que perder y mucho que ganar.
El caso de Guerrero, como lo hemos señalado aquí desde hace meses, ya es un caso perdido para el PRD. ¿La razón?, que cualquiera que sea el resultado —que gane el PRI o el PRD—, la entidad será gobernada por el PRI. Es decir, el PRD se ha convertido en un penoso membrete al servicio de una de las facciones del PRI que disputan esa entidad. Si ganan los amarillos, ganará el priista Ángel Heladio Aguirre; si ganan los tricolores, ganara el también priista Manuel Añorve. ¿Y los candidatos de izquierda? Literalmente se mataron entre ellos. Manos criminales asesinaron al líder del Congreso, Armando Chavarría, el candidato natural, y de cuyos criminales nadie sabe nada. Por lo pronto, hoy debatirán Aguirre y Añorve, en lo que podría ser el desempate.
Pero el fenómeno más vergonzoso se está produciendo en Baja California Sur, en donde una mafia familiar fincó un feroz cacicazgo que arrancó con un político mediocre, Leonel Cota, que blandengue como pocos, fue llevado a la presidencia del PRD para servir a los intereses de AMLO, cuando el tabasqueño pretendió ser presidente de México. Pero antes de esa escaramuza, Leonel Cota desgobernó Baja California Sur, y al salir y para protegerse de las pillerías que lo enriquecieron, dejó en el cargo a su primo Narciso Agúndez Montaño.
Pero hete que Narciso desconoció a su primo y patrocinador, y seis años después, cuando Leonel Cota regresa por el control del cacicazgo, le dieron puras habas. Entonces empezó la guerra civil, y el candidato natural del PRD y con mayor aceptación, Marco Antonio Covarrubias, fue expulsado del paraíso y debió buscar refugio en el PAN, que lo hizo candidato a gobernador. A su vez, Leonel Cota renunció al PRD y gracias a su amigo AMLO se convirtió en candidato del PT al municipio de Los Cabos, la joya de la corona, no sólo porque se trata de una mina de oro —oro turístico—, sino porque es el asiento del clientelismo de izquierda. Pero resulta que los petistas prefirieron renunciar y se cambiaron al PRI. Lo dejaron solo. Porque lo conocen, claro.
En tanto, el gobernador Narciso Agúndez impuso como sucesor a un pillo de siete suelas, a su secretario de gobierno, Luis Armando Díaz, jefe de la gavilla de invasores de tierras, y presunto socio del crimen organizado y el narcotráfico. Y en cuanto Luis Armando Díaz fue designado candidato del PRD —y avalado por Marcelo Ebrard y por Los Chuchos—, el PRD se desplomó en las encuestas. ¿La razón? Sí, que nadie quiere saber nada de él.
A su vez, el PRI recurrió a la fórmula ganadora: al fenómeno “Peña Nieto”. Así, el PRI postuló al joven Ricardo Barroso Agramont, un incipiente priista que, según el PRI peninsular, es de imagen fresca, mensaje juvenil y discurso esperanzador. Y al paso de los días, ese candidato vació buena parte del PRD y el PT, al grado de que hoy la pelea por el gobierno estatal es entre el PRI y el PAN. ¿Qué pasó? Nada, que se confirmó que los caciques Leonel Cota y Narciso Agúndez nada tienen de izquierda, que sólo usaron a la izquierda para sus intereses y pillerías y que cuando el partido amarillo ya no tiene jugo, prefieren dejar el zurrón.
En Guerrero y Baja California Sur, el PRD no ha sido más que instrumento de oportunistas y pillos que medran con la bandera de la izquierda. Lo curioso es que, aun así, intelectuales, periodistas y políticos los defienden a capa y espada. ¿Hasta cuándo? Al tiempo

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