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Flacidez política

Ramón Cota Meza

Uno quisiera hablar de asuntos relevantes pero no hay tela para cortar. El orden económico mundial se derrumba ante nuestros ojos, pero no escuchamos ninguna reacción de la clase política. Hacia donde uno voltee, puros monos a la cámara, trámites de procedimiento electoral y retórica inerte de la competitividad económica —marasmo punteado por alusiones entre aspirantes políticos y noticias sobre la descomposición moral de la sociedad. ¿Quiénes son más idiotas, los políticos o nosotros mismos?

En otras épocas, los aspirantes políticos situaban a México en el mundo y deducían las tareas a realizar según creían. Luis Echeverría buscó unir a los países del tercer mundo y propuso una carta de deberes y derechos de las naciones; José López Portillo se propuso transformar a México con la palanca del petróleo y convertirlo en lugar de encuentro norte-sur; Carlos Salinas de Gortari quiso modernizar la economía mediante la integración de México a los Estados Unidos.

Cualesquiera que hayan sido los resultados de tan loables propósitos, esos políticos estaban animados por una visión del país futuro, la cual deseaban ardientemente contagiar a sus conciudadanos. El hecho de que hayan fracasado o de que sus resultados hayan sido insatisfactorios no justifica la insulsez desorientada de los discursos políticos actuales. Los aspirantes dejan la impresión de estar llenando el tiempo-aire a su disposición con materia prima de la más baja calidad.

Uno sospecha que el vuelco económico global los tomó inadvertidos o que no desean importunar a los líderes del mundo desarrollado, como si éstos no estuvieran igual o peor de confundidos que nosotros. Este impasse tiende a ser llenado con el discurso inerte de la competitividad económica global, como si el mundo siguiera siendo el mismo que hace cuatro años.

Abandonar el discurso globalizante no significa abandonar la capacitación de empresas, fuerza de trabajo y gobierno; significa enfocar la capacitación, educación e incentivos para mejorar al país como un fin en sí mismo. Queremos un medio ambiente sano porque lo necesitamos para vivir y heredarlo a las generaciones futuras, no para agradar a los inversionistas extranjeros. Queremos trabajadores capaces porque el mercado doméstico los necesita. Si eso sirve a los inversionistas extranjeros, qué bueno, pero no estamos trabajando para ellos.

Tampoco necesitamos multiplicar ni atiborrar las universidades para ofrecer mano de obra. El gobierno federal se ufana de haber formado más de 100 mil ingenieros en los últimos años. La pregunta es quién los va a emplear. Hace tiempo se sabe que el mayor desempleo relativo es precisamente el de los más escolarizados. Por eso la mayoría prefiere quedarse en las universidades. El modelo ha sido Corea del Sur, que ahora enfrenta una crisis de desempleo de universitarios: 40% sin empleo y el resto sin ganar lo suficiente para pagar su deuda educativa, como en Chile (Milenio Campus, 12/01/12).

Necesitamos regresar al modelo de “salidas laterales” en la educación media superior, formando técnicos digitales capaces de realizar una diversidad de tareas, bien como empleados o como trabajadores independientes, sin que pierdan la oportunidad de seguir avanzando en su educación. Algunas universidades están experimentado este modelo, que podría ser una solución de gran escala al desempleo juvenil en poco tiempo.

Dada su economía de medios y el poco tiempo para obtener resultados (semanas o meses, no años), el modelo puede ser adoptado por instituciones y empresas muy diversas, no dejarlo exclusivamente a las universidades porque no podrán con el paquete y tenderán a burocratizarlo. El modelo puede ser conjugado con campañas de empleo temporal de los estudiantes en tareas medio ambientales. Educación a cambio de trabajo socialmente necesario.

Dada la amplitud y el futuro de las aplicaciones de la tecnología digital, las posibilidades de su difusión educativa son por ahora ilimitadas en todos los ámbitos de la sociedad. Este es un campo adecuado para conocer la visión de los aspirantes políticos más allá de sus vaguedades retóricas. Podría haber debates entre ellos con este solo propósito.

Así podríamos ir desgajando el resto de los temas importantes. Por ejemplo, la biotecnología, de la que ningún aspirante ha hablado, pero en la que México puede ser una potencia por su biodiversidad y la inclinación ancestral de su gente hacia el mundo natural. El naturismo es tema favorito de muchos mexicanos, incluyendo a la gente con educación científica. Está claro que las biociencias y la biotecnología forman un campo muy amplio de gran futuro.

Los aspirantes políticos prefieren emitir vaguedades globalizantes porque creen estar en sintonía con los tiempos. Pero esos tiempos ya pasaron. La nueva tendencia es el desarrollo hacia dentro de los países, lo cual no niega el intercambio global, pero éste ya no es la medida de todas las cosas. El problema es que el nuevo discurso no emerge aun. Hay que poner a los aspirantes políticos a confeccionarlo, acosarlos a que hagan la tarea nacional por áreas específicas, a ver…

Tv abierta, ¿un fiasco más? Resulta que los interesados en nuevas cadenas de tv comercial abierta prefieren acuerdos con estaciones locales y regionales para compartir programación, es decir, prefieren el esquema operante hace muchos años en México y Estados Unidos para ir calando la respuesta de los anunciantes y la audiencia.

Twitter: @cota_meza