miércoles, 2 de noviembre de 2016

reflexiones por Celida Camacho



UNA CARTA AL CIELO

Tengo una foto tuya guardada desde aquel día, y no te miento… de vez en cuando aún la observo y siento tu mirada como aquel ultimo día que en tus ojos me refleje. 

Tengo recuerdos tuyos guardados en mi memoria… algunos claros y otros borrosos y uno que otro que tal vez me lo invento.


Tengo tantas dudas y platicas pendientes contigo y que así quedaran… pendientes; porque seguro estoy que ya no hay marcha atrás.

Pero déjame contarte como van las cosas por acá: tus hijos, cada vez más grandes, cada vez con más años y canas. Pero sin duda alguna cada vez más sabios gracias a tu gran ejemplo y hablo por esa hija tuya que me toco como mamá.


Tus nietos, ¡nosotros sí, que ya estamos grandes! Si pudieras bajar y vernos por un solo momentos tal vez ya no nos reconocerías. Ya no somos esos niños a los que les dabas dinero para dulces, ni esos traviesos a los que de vez en cuando regañabas, ni esos que eran fanáticos de tus historias; aunque segura estoy que si estuvieras con nosotros aun gozaríamos de escucharte. Déjame contarte que hay algunos que no te toco conocer… pero créeme, también te llevan guardado en el corazón.

Y qué decir de mi abuela ¡el amor de tu vida! Ella sí que nos gana en la carrera de extrañarte. Esa viejita ya no volvió a ser la misma desde que te fuiste. Lleva en el rostro una sonrisa, mil arrugas y en la mente un millón de motivos de porque extrañarte. Y no hablo de sus ganas de volver a verte, de volver a escuchar tocar tu guitarra, que colgada esta desde que nos dejaste.

Déjame mandar una carta al cielo, carta que tal vez no recibas en físico, pero sé que donde sea que estés te vas a permitir leerla. Déjame decirte que tengo guardados un millón de abrazos que no te di, un sinfín de besos acumulados y la esperanza de algún día poder dártelos, poder entregártelos porque a mi aquí guardados de nada me sirven.

Llevo en el alma un millón de consejos que pedirte, de esos que no aproveche cuando te fuiste y la ilusión de volver a escuchar cada una de tus historias y que con tu sabiduría guíes mi camino. Y es que como explicarte lo que haría si estuvieras aquí… pero entiendo que es imposible, porque allá arriba necesitaban un sabia ¡y quien mejor que tú!

Tengo todo esto y muchas cosas más. Entre ellas tengo un nudo en la garganta donde guardo un “TE QUIERO” para cuando te vuelva a ver. Y es que ya me canse de decir “TE EXTRAÑO” viendo al cielo. 


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